Es difícil dejar atrás un recuero o un amigo en especial cuando reúnen ciertas aptitudes que realmente nos conectan, es lo que le ocurrió a un grupo de amigos que vieron partir a uno de los pilotos del Hércules C-130 siniestrado en el mar de Drake.

Conocí a Cacho (como le decimos los amigos a Héctor) surfeando en Iquique. Lo había visto un par de veces antes, pero nos hicimos amigos en el agua. Recuerdo que nuestro primer surftrip juntos partió con la idea de ir a surfear a Perú, en la conversación fuimos cambiando destinos y dos semanas después estábamos sentados en un avión camino a Indo. Así era Cacho, espontáneo, motivado y decidido, esa clase de persona que no te puede caer mal. No perdía oportunidad de disfrutar la vida y su alegría era inagotable. Su surf era más clásico que radical, le gustaban Rob Machado y Craig Anderson. Nunca lo vi discutir ni enojarse con nadie por una ola, era un Soul Surfer de verdad.


Hace algún tiempo lo destinaron a Santiago, yo sigo viviendo en Iquique, por lo que nos veíamos poco, pero cada vez que podíamos organizábamos algún viaje para surfear. Con el tiempo lo que partió de dos terminó siendo un grupo de 5, se unieron David (de Iquique), Ale “Refri” y Seba (dos amigos argentinos que conocimos surfeando en Maldivas). Desde entonces tratamos de hacer un viaje al año juntos, ahora más que nunca queremos mantener la tradición.

250

Las dos pasiones de Cacho eran volar y surfear y las disfrutó al máximo.
Tristemente lo perdimos en un avión en el fondo del mar…

Buen viaje amigo.