Por Matías López
Oct. 1997 Jean Robert Pistone, francés, snowboarder, windsurfer, dueño de la parcela que mira todo el inmenso horizonte sobre Punta de Lobos, propone a Coke Pozo, representante de Quiksilver en Chile y auspiciador de Jean, desarrollar un nuevo tipo de campeonato de surf, diferente a los festivaleros y poco serios eventos de la época, que estuviera a la altura del lugar.
El primer campeonato de surf en Punta de Lobos lo organizó Alvaro Abarca en 1986, y desde principios de los años 90 se hacían regularmente, pero el mismo JeanRo los había frenado, considerándolos de regular nivel técnico, y sobre todo, eventos masivos sin control y por lo tanto, un daño ambiental.
Este reportero, surfista con varios años de experiencia en Punta de Lobos y, en el momento, encargado de marketing deportivo de Quik, se embarca en la tarea de producir este evento absolutamente inédito en Chile, pero claramente inspirado en los campeonatos soñados que se estaban haciendo en el mundo en la época, específicamente el Quiksilver Pro en G-Land, Java, Indonesia: los mejores surfistas en las mejores olas, ojalá lejanas y exóticas, sin público en el lugar pero con una gran difusión posterior en fotos y videos. Con el apoyo de Quiksilver, Oakley, Reef (misma empresa en los tiempos…), pero sin ninguna experiencia en producción, nos lanzamos a este proyecto, con el nombre Ceremonial que sugirió Jean, buscando hacer una celebración sobria del Surf chileno, donde las olas y el Surf fueran el protagonista y con el mínimo posible de parafernalia, sin bocinas ni comentaristas sino banderas y pizarras, donde un público entendido apreciara el espectáculo del buen Surf en su entorno natural, más que las pagadas y las promotoras.
Al acercarse la fecha, los pronósticos (fnoc, recién lo conocíamos) empiezan a acusar una marejada norte gigante para la fecha del Ceremonial, surfline nos mostraba la crecida más grande de los últimos años azotar Hawaii, en camino hacia acá, y así como así, nuestra humilde copia del G-Land Pro se convirtió en una humilde copia del Eddie Aikau, que sin quererlo fue un evento “big wave” con campeón hawaiiano y todo: Kohl Christensen dio clase en olones de 5 metros, del norte, con Diego Medina, de 17 años, en segundo lugar.
Jean Ro participó con gran entusiasmo y fue de gran importancia en la organización, pero terminado el evento decidió dejar todo en mis manos para los años siguientes, siempre colaborando y participando, dentro y fuera del agua. La segunda ocasión se cambió la fecha de verano a otoño, se amplió el campeonato hasta tener 7 categorías y, por años, fue la gran fiesta familiar del Surf, en que compartíamos y nos poníamos en función del Mar por una semana entera, para aprovechar los mejores momentos de la ola para niños, jóvenes, viejos y mujeres. No era un campeonato de olas grandes, pero por alguna razón, casi siempre tocaba grande, y vimos la grandeza, de a poco cada vez más accesible.
Recién el 2009, gracias a gestiones de Ramón Navarro, el nuevo representante de Quiksilver en Chile toma la responsabilidad de continuar con el Ceremonial y hacerlo un evento Big Wave propiamente tal, parte del nuevo circuito mundial de Gary Linden, el BWWT. La historia de ahí en adelante es más conocida, los eventos de un día, con 6 meses de espera, con gran nivel de producción y oleaje mínimo de 6 metros han sido espectáculos difíciles de recordar. Chile estaba en las grandes ligas del surf mundial con esta parada del circuito y la visita de todos esos surfers famosos, que hicieron lo suyo para incentivar el desarrollo de esta disciplina en nuestras costas. Algunos tablones se quedaban por acá, nos terminamos por dar cuenta que 8 y 9 pies de tabla no era, en realidad, suficiente, sino que 10´ y más. Y además del progreso natural, cada vez menos lento, la expectativa del Ceremonial y la posibilidad de entrar en el cuadro se convirtieron en un incentivo fuerte, una entrada a medirse con los mejores y establecerse como un protagonista. Ahora, sin el evento, claramente a un chileno le va a costar bastante más llegar a acompañar a Cristián Merello en el circuito, pero la semilla quedó sembrada, y hoy se ven 20 y hasta 30 personas esperando en sus tablones allá atrás de los Morros cada crecida grande, bien equipados, entrenados, asistidos con motos de agua, fotógrafos, drones, etc.
El evento en sí tenía su lado incomprensible: Se juntaba tanta gente en los acantilados que ya no se podía ver las olas, y se armaba una pequeña multitud alrededor de una zona VIP, con guardias y pulseritas, donde todo pasaba y todos querían estar. El Ceremonial se había convertido en algo parecido a lo que había querido diferenciarse, había una masa de gente a la que había que “entretener” con un comentarista, más dado a la entretención que al comentario técnico, y a pesar de un excelente trabajo de producción, costaba contener a la masa, el estacionamiento era un caos, y Punta de Lobos sufría su deterioro: pisoteo, basura, colillas en los cactus.
El año pasado se decidió cambiar el nombre al campeonato a “Challenge”, vaya uno a saber por qué, pero en realidad lo que veíamos tenía poco que ver con nuestro evento original y su espíritu, así que el nombre no tenía mayor sentido. Este año, finalmente se decide no seguir con el campeonato internacional, el circuito mundial se redujo a 3 fechas y Chile ya no es parte. Se va a echar de menos lo espectacular, la superconvocatoria, sentirnos parte del “primer mundo” surfer, pero queda la oportunidad de aprender de todo lo que ha pasado y con esa experiencia desarrollar un nuevo festival de surf para Punta de Lobos, uno acorde a los tiempos. Mucha gente habla de reeditar los Ceremoniales antiguos, pero uno se pregunta a qué se refiere: El campeonato familiar o algo parecido a los Triales, o sea un torneo chileno de olas grandes, invitacional.
Me parece que hay espacio para los 2: Que un campeonato familiar es justo lo que necesita nuestra comunidad surfer, eso de estar todos reunidos durante unos días en torno al Surf, adaptándonos a las condiciones y viendo correr a chicos y grandes. Y que, por cierto, hay un montón de surfistas, jóvenes y no tanto, dedicándole tiempo, estudio, inversión y entrenamiento a correr las marejadas, para los que hace falta un campeonato y que se merecen su reconocimiento.
Punta de Lobos es un gran punto de encuentro y un referente de nuestro Surf, y después de tantos años, de nuevo los campeonatos que se hacen tienen otra visión y no buscan privilegiar el espectáculo de las olas y el surf como protagonistas. El Surf se merece más, habemos muchos expectantes, la municipalidad apoya, el club local está fuerte y con las cosas claras.
Tenemos fé.