Por Matías López
Tuvimos un verano tapizado de campeonatos playeros, aéreos y parafernálicos, con todo tipo de condiciones desde las mañanas cavernosas reñaquinas hasta las tardes sopladas y amorfas de la Avenida del Mar (donde también hubo buenos momentos), con calidades de organización muy dispares, y con un gran desempeño de nuestros surfers que nos sorprendieron con su profesionalismo, compromiso y espectacularidad. Queda clara la importancia de las Olas de playa para el progreso de todo surfer, y de estos eventos para cargarse de energía e iniciar un año de viajes por Chile y el mundo, muchas veces demandantes y solitarios, a veces ingratos.
Sobrevivimos y pasamos por fin a la “temporada” de competencias en las Olas de calidad por las que Chile se ha hecho conocido a nivel mundial (En verdad, fueron un par de semanitas, pero con las mejores condiciones del año hasta ahora, por lejos)
Por primera vez, el circuito federado llega a Cobquecura, que recibe al Surf nacional con gran ceremonia y una comunidad cálida y atenta que se aseguró de atender bien a las visitas y de hacernos saber de su orgullo por sus atributos naturales y del compromiso por protegerlos. Del alcalde hacia abajo, se ve a una ciudad en campaña, verdadera y unida, para defenderse de la amenaza ambiental de un proyecto de cultivo de salmones, que nadie ve viable en Mar abierto en Chile y ya todos sabemos el costo ambiental que ha producido en la zona de los canales sureños. Los encantos de la zona, como su geografía espectacular de roqueríos góticos, ríos y humedales, el campo y las costumbres tradicionales de su gente linda y noble, Olas de puntas izquierdas orilleras de calidad, por docenas, y la posibilidad de una nueva sorpresa, quizás solitaria, después de cada curva del camino hacen de esta zona un destino encantador e inspirador, del tipo de viajes como para reencontrarse con la magia del Surf. Tesoros patrimoniales que necesitan de nuestra protección, ya vemos cómo se van degradando por todos lados, víctimas de desarrollos mal pensados.
El campeonato mismo, un éxito. Contando con el ingrediente principal de gran calidad, las Olas, desde muy pequeñas hasta bien sólidas, siempre bastante perfectas, fue un banquete y desde un principio ya los tenía a todos felices. Convocatoria record de competidores, un escenario natural muy bello, excelente atención y comida, producción conjunta entre la municipalidad y todos los clubes locales que mostró un gran nivel de organización y respeto por los tiempos y programas, dando clases a la mayoría de los eventos en nuestro país, siendo que era su primera experiencia.
Y a la semana siguiente, Puertecillo Clásico. La otra cara de la moneda ambiental y social.
Condiciones bastante diferentes, con sus propios problemas pero sin la visión compartida de una comunidad unida con sus autoridades, sino más bien luchando para sacar adelante el evento a pesar del nulo apoyo, incluso trabas. Uno de los campeonatos más antiguos de Chile, que desde hace años tradicionalmente ha sido atractivo para los auspiciadores, por alguna razón no tuvo el respaldo esperado y fue sacado adelante a pulso por el club local. La escasez de recursos ya hacía todo más difícil, y encima de eso, la falta de límites en el sistema de inscripción de parte de la federación significó la participación record sobre el record de la semana anterior y la lamentable necesidad de empezar el campeonato con mangas de 15 minutos en condiciones de Mar de buen tamaño y con corriente, donde idealmente hubiesen sido de 25 o 30. Parecía venir una seguidilla de errores y problemas, los que podían atrasar todo y que simplemente no alcanzara el tiempo, pero impresionantemente todo fluyó bastante bien y el equipo técnico, bajo presión máxima, hizo gran trabajo. Hubo detalles, problemas y stress, pero es un gran mérito todo lo que se hizo, de principio a fin, de parte de organizadores, jueces, y sobre todo, por los competidores, que mostraron su gran preparación física, mental y táctica, nivel técnico espectacular y, especialmente, una garra enorme. ¿Y la Ola? ¡ Clásica!!!!
Parte muy destacable del evento fueron dos reuniones de la federación:
1) La presentación del nuevo sistema de entrenamiento y selección, con el venezolano Magnum Martínez (ex campeón mundial master) a la cabeza, y los entrenadores zonales: Javier Romero (norte), Boris Febre (centro) y Pancho Véliz (sur). Magnum mostró gran conocimiento y carisma, y los tres entrenadores zonales son profesionales preparados, lo que da gran confianza en el progreso que este sistema puede generar.
2) La asamblea anual, en que se presentó a la nueva directiva y se discutió de todo, aclarando dudas y situaciones pendientes, una gran terapia de grupo, sanadora y reveladora. Por el lado de este circuito, hay mucho que mejorar, y se abrieron canales para hacerlo: de parte de la Federación, el nuevo vicepresidente, Max Petit, recibirá todas las sugerencias, y de parte de los competidores, Maxi Cross se propuso para supervisar los eventos y representar todas las inquietudes. Dentro de lo mucho que se habló, un temón recurrente fue el financiamiento, y la Federación quedó de presentar una guía con toda la información disponible de fondos públicos y privados accesibles, y de las experiencias exitosas ya concretadas.
Como toda actividad humana, el trabajo de la directiva de la Federación tiene imperfecciones y detractores, pero se hace cada vez más evidente, y se agradece, la gran gestión realizada a través del tiempo, el valor de la continuidad de ese trabajo, y las muchas oportunidades que se han ido abriendo y aprovechando.
Profesionalismo, WSL, Juegos Olímpicos: allá vamos.
Por Matías López