Un estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica establece que Santiago tiene un severo déficit de árboles: necesitaría triplicar el número de ellos para lograr un estándar adecuado, lo que significaría plantar cerca de 13 millones de árboles.
Dicho estudio coincide con el diagnóstico del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que estima que la capital tiene la mitad del mínimo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Pese a fuertes variaciones entre una comuna y otra, la realidad de Santiago es similar a la de muchas ciudades de Chile y, en general, la situación no es muy distinta en los países no desarrollados. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha alertado que en el mundo son cada día más las superficies deforestadas en las ciudades.
Hoy se sabe que los espacios verdes no son sólo ornato urbano, sino que, además, permiten ahorro de energía, incrementan la fauna silvestre, reducen la contaminación acústica y mejoran la calidad del aire: un estudio de la U. de Chile determinó que los árboles de Santiago remueven de éste tres mil 500 toneladas de contaminación, equivalentes a un valor de 45 millones de dólares. Pese a estos beneficios, en la población no existe cabal conciencia de la importancia del árbol en el medio urbano, y el papel de las autoridades al respecto -Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Conaf, Conama- ha sido deficiente. Las municipalidades, que tienen como una de sus funciones especiales «el aseo y ornato de la comuna», invocan problemas presupuestarios para explicar el déficit de árboles, y si bien eso es en parte efectivo, el mal manejo de las áreas verdes ha sido un problema que en la mayoría de ellas va más allá de los recursos.
Así, un aspecto clave en la arborización urbana es la elección correcta de las especies. Lamentablemente, en muchas comunas ella es inadecuada. Además, con las podas, muchas municipalidades cercenan el crecimiento de los árboles sin ninguna razón o para evitar problemas con el cableado aéreo -cuyo impacto negativo en la ciudad está pendiente de análisis.
En el cálculo de los recursos no suelen considerarse las enormes externalidades positivas de las áreas verdes, y eso hace que se destinen bajas cantidades a ellas. Al respecto, un equipo multidisciplinario de la U. Católica ha propuesto establecer una ley que permita a las empresas donar para este efecto recursos descontables de impuestos. Eso permitiría resolver una parte del actual problema, aunque no garantizaría un buen manejo de las áreas verdes.
Artículo de la sección Editorial de blogs de El Mercurio