Por Matías López

Indonesia es uno de los países más poblados del mundo, con alrededor de 250 millones de habitantes, casi todos muy religiosos y la mayoría musulmanes, seguidos por cristianos protestantes. Ubicada en las rutas principales del comercio marítimo entre Europa y Asia desde tiempos de Marco Polo, colonizada por los holandeses y recién formada como país independiente hace 72 años, sorprendentemente mantiene sus formas y costumbres hasta el día de hoy. Con una diversidad y riqueza cultural impresionante, muy exótica y atractiva, cerca de 17.000 islas componen este complejo y alucinante archipiélago, lleno de aventuras de todo tipo, un museo viviente de costumbres, arte, relaciones, magia, naturaleza y muchas, muchas olas, siempre sorprendente y a la vez lleno de peligros naturales y dificultades sociales que explican en parte su supervivencia frente a las influencias externas.
Dentro de Indonesia, Bali es excepcional. Habitada por gente amable y pacífica, gozadora y sencilla, en su mayoría practicantes de una forma de religión hindú que los define hasta en el más mínimo detalle de sus costumbres, acogedores pero a la vez muy tradicionales y protectores de su identidad y de esas mismas costumbres, que se mantienen vivas y resisten, se adaptan, o más bien absorben flexiblemente los muchos cambios sufridos gracias a la modernidad, el turismo y la invasión occidental con actitudes y maneras, para ellos, chocantes.
La Isla de los mil templos ha sido, por muchos años ya, uno de los destinos principales de turismo y de surfistas viajeros de todo el mundo. Ubicada a una latitud de 8° sur aproximadamente, su clima es bendito, ni tan caluroso, ni tan llena de zancudos, malaria y otros peligros silvestres como muchas de las islas vecinas. Llena de Olas de todos tipos. Pero uno de los atractivos principales es la gente misma, sus formas de relacionarse, sus templos y ceremonias permanentes, sus jardines y bellos detalles por todos lados. A primera vista es un gran caos, está lleno de gente, hay problemas de basura, de agua, de contaminación. Ya no es lo que era, nunca lo es, ya no es tan barato y es más, casi todo se cobra (hay que pagar por entrar a la playa en Padang Padang), eres bienvenido como turista pero quedarse, hacer negocios o trabajar, ahí cambia la cosa, nada de fácil ni amistoso. Pero la inmensa mezcla de personas, el tráfico agobiante, cada problema es abordado con paciencia y, con excepciones por supuesto, pareciera que nadie nunca se enoja, todos son aceptados (hay cada loco dando vuelta…) y todo….fluye.
En cuanto a olas, Indonesia recibe permanente bombardeo del Océano Índico, generoso en marejadas desde el suroeste, de forma que entran muchos swells relativamente directo a las islas más expuestas, normalmente muy ordenados y de gran perfección después de viajar largos kilómetros desde sus orígenes sureños. A diferencia de Chile, donde las crecidas son más grandes y “crudas”, muchas veces hay varias mezcladas, y sólo algunas son realmente perfectas. Siguiendo la comparación, no existen esas corrientes matadoras ni series barredoras a que estamos acostumbrados, las entradas son regaladas y una ola en la cabeza es un masaje y no una tortura, guardando las proporciones, a menos que estés justo en el sitio donde se concentra toda la energía, pues ahí sí, entre lo chupado de la ola y lo bajo del reef, ahí si hay castigo y daño.
Entre Abril y Octubre, la temporada seca, las condiciones de viento y olas le dan una calidad y constancia que convierten a la costa Oeste, y sobre todo la península del Bukit, en un parque de diversiones surfer, día tras día y todo el día hay condiciones excelentes para el que sabe dónde y cuándo estar. Si llega a estar muy chico, el buceo es excelente.
Fácil decirlo pero lleva tiempo de estudio, prueba y error, contactos y mucha dedicación.
Hay muchas opciones de viajes a otras islas con Olas menos saturadas, y mucha gente que mira a Bali sólo como un lugar de paso entre viajes, para salir de noche, ir de compras o descansar de entornos más agresivos de esas otras islas, pero también hay quienes no necesitan salir y encuentran acá todo lo que necesitan, sobre todo residentes permanentes. Miles de islas, pero casi todos vuelven a Bali.

Los lugares más conocidos, como Uluwatu, Padang Padang o Bingin, como es de esperarse, se llenan de gente y actitudes gruesas pues simplemente somos muchos, pero aún así son excelentes olas, hay espacio para el que sabe esperar y compartir, e incluso hay momentos tranquilos, algunas veces. Ojo que los momentos vacíos a veces ocurren por una buena razón, como una marea demasiado baja. Nunca hay que subestimar el peligro del reef, como muchos lo hemos podido comprobar, tarde o temprano casi todos dejamos un tributo de carne y, a veces, puede salir bastante caro, arruinar un viaje o quizás peor.
El resto del año, más lluvioso y caluroso, más vacío y menos constante en cuanto a marejadas y vientos, ahí sí que hay que ser estudioso, los viajes son más largos, funciona más la costa Este, y aparecen Olas ocasionales que permiten sesiones increíblemente perfectas y vacías. Para muchos conocedores, su época favorita.
Para un surfista de vacaciones, requiere un esfuerzo darle la espalda a tanto Surf y abrirse a mirar los muchos otros atractivos que hay hacia el interior, los pueblos, bosques, parques, arrozales, templos, montañas, volcanes, ríos y cascadas. Un universo contenido en una pequeña isla.

Por Matías López


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