Estamos bombardeados de imágenes de Olas espectaculares permanentemente, tan seguido que podría parecer que ocurren todo el tiempo, cuando en realidad son eventos especiales, muy esperados y bien aprovechados, registrados desde cada posible ángulo y luego publicados para nuestro deleite sin ninguna dificultad ni trabajo, en nuestra inseparable pantalla de bolsillo o escritorio. Hay mucho trabajo para lograr esas imágenes: viajes, gastos, equipos, talento y entrenamiento, por cierto. Y la necesidad de diferenciarse de lo visto, lugares más exóticos, Olas más grandes y difíciles, variaciones de maniobras, progreso permanente. Naturalmente, nos inspiran e invitan a seguir los pasos, todos nos imaginamos en ese lugar soñado y en ese tubaso.
Para la gran mayoría de los surfers, que tienen que dedicar su tiempo a otras actividades la mayoría del tiempo y sólo pueden surfear a veces, y viajar, ojalá, una vez al año, por supuesto que tratan de elegir las mejores condiciones, dentro de sus posibilidades de horario. Obviamente, vas a preferir una Ola perfecta a un chongo, un lugar alejado y bello a un escenario contaminado y atochado de gente y actitudes.
Cada vez más, la posibilidad de ser un freesurfer profesional se ve más alcanzable y tiene más sentido, algo que hace una década sólo era imaginable en Hawaii para un especialista de Pipe, o en California para alguien muy famoso y conectado con la industria, que por cierto ya hubiese brillado en competencia, sin ninguna duda habiéndole dedicado muchísimo tiempo a Olas mediocres, lo más común en la competición, y que no ha cambiado tanto. Hoy hay freesurfers profesionales en muchos países, incluído Chile, donde en general están dedicados a las Olas gigantes. Casi todos han pasado años compitiendo para llegar donde están, y ahora, bien después de los 30 lo han podido concretar, coincidiendo con tendencias mundiales y el crecimiento de nuestro propio Surf. Casi las únicas excepciones son Camilo Hernández, que obtuvo algunos excelentes resultados muy joven y se proyectó luego hacia el camino del freesurf, y León Vicuña, quien habiendo experimentado la competencia, no le ha dedicado gran atención, ha recorrido casi sólamente el camino del freesurf y ha logrado hacerlo en forma profesional. No dedicado específicamente, pero muy bien preparado para correr Olas gigantes cuando le toca, como todos pudimos apreciar en el último Ceremonial. Aparte de otras virtudes únicas, León tiene una gran carta: Surfea Olas comunes y corrientes, lejos de la perfección, la mayoría del tiempo. También hemos notado que los surfistas más destacados en Olas gigantes ya no son los que sólo se dedican a eso, sino surfistas completos, que corren bien en Olas chicas y destacan en competencia, y luego llevan su talento y experiencia a los Olones. Ejemplos como Shane Dorian y John John Florence son imposibles de ignorar, ahí está el mejor nivel actual. Es mucho más fácil que un surfer que destaca en Olas chicas progrese a correr grande a que suceda al revés, es más, muchos surfistas sólo dedicados a Olas grandes o perfectas, pasan grandes frustraciones tratando de hacer cosas básicas en una playera débil.
Hablar de Olas malas, en realidad, es una ingratitud, como decía el legendario Mickey Muñoz en su libro “No Bad Waves” (entretenido y lleno de anécdotas y enseñanzas), no existen las Olas malas, es sólo cuestión de elegir bien tu tabla y de tener una actitud positiva.
Para alguien que quiere progresar en el Surf, es esencial correr Olas de todo tipo, y al parecer, mientras menos perfectas mejor. La adaptación a todo tipo de condiciones, la habilidad de generar velocidad y sacarle partido a cada sección, el ejercicio mental de ver el potencial de cada Ola, la agilidad física para lograrlo, la virtud de poder disfrutar en cualquier momento del Mar, esté como esté, sólo se pueden lograr pasando muchas horas en el agua y para eso, obvio, hay que correr Olas grandes, chicas, medianas, chupadas, gordas, fuertes y débiles, izquierdas y derechas. Si te interesa la competencia, es evidente y necesario, hay que obligarse a hacerlo. Si no, es igual de valioso, sobre todo por mantener esa sana capacidad de disfrutar con lo que hay. Pero en cualquier caso está claro que sólo se puede progresar y ser completo como surfer dedicándole tiempo a las condiciones menos glamurosas y cotizadas, al beachbreak, la Ola chica, tratar de variar siempre, experimentar con diferentes tablas, observar mucho y viajar lo más posible.

Por Matías López


Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad del columnista y no necesariamente representa el pensamiento de Chilesurf.