Entre la vida cotidiana y los deberes, a medida que crecemos se hace cada vez más difícil cortar con todo, agarrar tu tabla y partir a la playa. Vamos creciendo, nos vamos poniendo cómodos y mañosos con los años, pero llega un punto crítico en que dices: “voy a sur”. Postergar tu momento seria dejarlo para nunca, independiente si tienes auspicios o una buena camioneta para cargar los filetes en fundones y petates.
Y así partimos! Cargados como burro, a dedo, con 27 lucas en el bolsillo, sin ninguna tarjeta de crédito, a la antigua. Llevamos el lechero, superalimentos, una botellita miserable para tener agua y nuestra carpa Eureka del año 78`. Grandes sueños, visiones y paredes de roca nos esperaban. Habiendo ido al Cochamó del Hemisferio Norte, juramos no volver antes de conocer Cochamó de verdad, el de Chile. 6 años pasaron desde Yosemite (Cochamó del Norte) hasta Cochamó. No sabíamos para donde ir ni cómo, estábamos a disposición de la naturaleza.
Entre pronósticos y llamadas a amigos repartidos por el Sur, nos llamaba mucho ir primero a escalar por el Clima, pero venia una gran marejada… que hacer? … pensar que hacer… angustiados por no quedar sin pan ni pedazo, con muchas posibles combinaciones el Itinerario se fue dando día a día, lo más chistoso que a veces pensábamos que íbamos a llegar a surfear aun lugar, y nos faltaban 800 kilómetros. Jajaja! Una cosa está clara, nos entregamos a la piedad del Chileno, conocimos camioneros forestales, jitanos y hasta unos mochileros bien personajes. Si quieres viajar a dedo, un consejo; al que madruga, dios le ayuda.
De nuestro Base Camp en Puerto Varas, partimos a la tierra prometida, con tablas y buenas pintas para atraer conductores y micreros curiosos… al llegar no paramos de surfear en 5 días, tostados de tanta spirulina; nuestros amigos Kaya y los Santis nos invitaban sierras. Nuestro equipo: un lechero. Las olas quebraban rápidas, difíciles de leer pero bien intensas y a ratos glaseado. Y así compartíamos con grupos que iban y venían, con mucho humor en ocasiones; por ejemplo, cuando la ola estaba buena: ohhh que está bueno; voy a hacer la serie completa de yoga mientras baja la marea… entro al agua y sale el viento; cueck!
Entre la introspección, la contemplación y la expansión, llega el momento esperado, un cambio de marea dibuja un cacho perfecto, entro al mar ouhhhh voy a filmar un tubazo con ActionCam… me pongo el tubazo pero con agua dentro del housing… al sol y deshidratados era de esperarse cualquier cosa; otra anécdota? Sale una izquierda oceánica, difícil de agarrar con tabla corta, agarro la 8 pies, llego al lineup y me cae una, luego no salió más, acto seguido, transportar el fundón a pié por 15 días.
Y llego la hora de partir a Cochamó… pero el pronóstico venía tan bueno que aceptamos una invitación a Antillanca, la cual valió mil por ciento la pena el pique. Tuvimos una mañana libre antes del evento que Chico Palmer nos invitó y partimos en dirección a un cerro sin nombre. Partimos a toda chala, y le dije a la Vale: “éste es el paso de escalador, vamos a entrenar…¨ en 28 minutos llegamos a la cumbre… la celebramos con mantras.
Y Cochamó cuando? Al día siguiente tomamos desayuno camino a la aventura máxima, pero lo inesperado tomó protagonismo, entre el atraso, las moras y caminos poco transitados, nos llevaron unos retamboreados muy tela, nos hicimos amigos, comimos empanadas; y conversando po! (no te vai a quedar callado po…!) Así, entre historias de argentina y carrete, llegamos a un cruce, y tomamos el camino largo, para completar la vuelta al Lago Llanquihue… y uno le dice al otro: “vamos a pasar a las cascadas?” así que pasamos con los retamboreados buena onda, pasando gente en el sendero… y la cascada que esperábamos resultó ser realmente espectacular! El factor sorpresa y las bajas expectativas son fáciles de superar 😉
Ya en la tarde, llegamos al base camp, angustiados por llegar a Cochamó…la espera de 6 años parecía no terminar nunca, esperar otras 7 horas era demasiado, pero hicimos fuego, comimos y pasó la angustia. 6 AM despertamos y el primer auto con leñadores nos llevó hasta el Estuario de Reloncaví, majestuoso, salía el sol, el bus todavía no pasaba y caminabamos cargados de cuerdas, fierros y algunos superalimentos por la carretera austral. Al llegar al sendero nos esperaba otra realidad, Carlita Life Lover y Cristobal Flesichmann grandes amigos nos esperaban con un poco más de comfort.
Hacia la llegada a la Junta pudimos instalarnos en nuestra carpita del año 78’ que porteamos nosotros mismos, alucinante; germinamos lentejas y porotos para los días siguientes y a trepar se ha dicho. Mucha gente bajando, y Pato, el anfitrión del camping Vista Hermosa, nos apañaba cambiándonos el pago del camping por Chaquetas para el agua, una bendición. Uno que otro trepe y pa abajo cada vez más ligeros de equipaje. Luego de 16 dedos nos acercábamos a Chillán con pernoctación en construcciones terremoteadas a la orilla de la carretera, no todo es brillo y gloria, así como el mar no siempre es perfecto. Al llegar a Bi-land nos llevamos otra sorpresa, la ola de metro y medio perfecta para culminar el viaje con 5 dias de surf intenso, a veces 3 sesiones diarias sabiendo que venía marzo; compartimos con Benja Carvallo y Sofía Haye los conchos de spirulina y la última reineta y pa la casa llenos de alegría y un gran material por editar que les compartimos ahora. Disfrutar es lo más importante en la vida aunque nos hagan creer otras cosas, y eso es lo que queremos compartir contigo hoy!
Por @milohuerta y @valecarvall; atletas @super_fun_chile: síguenos en instagram!
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