Cada vez que uno viaja a cualquier destino surfer, junto con descubrir Olas, gentes y entornos nuevos, muchas veces fascinantes, también se da cuenta de lo lindo de nuestro país y sus propias benditas Olas, gentes y entornos. Algo tendrá que ver con nostalgias y raíces, pero objetivamente, considerando el frío y cualquier dificultad, está claro que Chile es un tremendo lugar para surfear.
La relación entre la calidad de las Olas y la cantidad de gente es uno de los beneficios más evidentes. Crecida tras crecida, la posibilidad de correr Olas de nivel mundial hasta el agotamiento sin tener que atender más asuntos que disfrutar y progresar, con excepciones claro, en algunos lugares especiales, en que hay que preocuparse por rocas o localismos, pero son los menos. Muchos de los lugares requieren viajar un poco, tienen sus temporadas y hay que saber dónde y cuándo pillarles su mejor momento, con la gran posibilidad de ganarse con condiciones realmente clásicas sin más gente que tus propios compañeros de viaje, pero siempre hay alternativas más o menos a la mano, que permiten disfrutar la mayoría de nuestra costa durante todo el año, otra de sus grandes cualidades, poco comunes en otros lados del mundo, donde lo normal es que haya una temporada de Surf en el año, y el resto, paciencia.
La limpieza del Mar es otra gran virtud, también por supuesto con excepciones lamentables, pero en la mayoría de la costa chilena gozamos de las aguas más puras y libres de contaminación que se puede encontrar, por la lejanía de los focos de producción y las pocas grandes ciudades ubicadas en la costa. La gran actividad de Olas y Viento del Pacífico Sur garantiza movimientos de agua y oxigenación permanente, y con ello, además de la pureza del agua, riqueza de peces, algas, moluscos y crustáceos, claro que ahí hay una sombra en el manejo de los recursos, nada de delicado. Tiburones hay, pero nunca los vemos, no hemos sabido jamás de un ataque a un surfista ni nada parecido, ni tampoco comúnmente tenemos que lidiar con medusas ni otras criaturas que puedan arruinar una sesión.
La cultura Surfer y la manera de tratarnos es donde necesitamos mejorar, pues en los pocos lugares donde se junta más gente, la regulación y el localismo cae fácilmente en la intolerancia, siendo que no somos tantos. Es cosa de actitud y quizás es necesario salir un poco para ver otras realidades, reventar algunas burbujas, darse cuenta de lo que tenemos y dejar de sentirse tan importantes. El localismo tiene su razón de ser y su función, pero no hay que olvidar que es más una responsabilidad que un beneficio.
La competencia y la posibilidad de desarrollarse como surfista se ve bien y progresando. Clubes, programas de entrenamiento, escuelas, academias, entrenadores con gran experiencia, un circuito nacional federado de campeonatos establecido y programas de selección serios y visionarios, ofrecen hoy más que nunca un camino atractivo para el desarrollo de nuevos talentos.
Todavía están por verse resultados en competencia a nivel internacional, pero es cosa de tiempo y trabajo, sobre todo de parte de los propios niños, pasar mucho tiempo en el agua y aprovechar lo que se les está ofreciendo, manteniendo el foco y siendo humildes y esforzados, sin creerse cuentos de fama fácil. Hay varios progresando mucho y con grandes posibilidades, por ahora promesas.
Todavía nuestro gran atributo son las Olas mismas, y los surfistas más destacados a nivel internacional siguen siendo los cojonudos bigwavers. La evolución ha sido fuerte en los últimos años en los Olones, las crecidas ahora son un espectáculo no sólo de Olas y uno que otro valiente sino verdaderos eventos. Gran noticia han sido las últimas celebraciones de esta disciplina y de las Olas, como el Ceremonial Punta de Lobos y el concurso La Ola de Chile, excelente iniciativa de Tomás Mekis y Tomás Hatton que muestra nuestras mejores Olas y ofrece una gran vitrina a todos los motivados, en cualquier lugar de Chile o el mundo, dentro o fuera de competencia, y donde León Vicuña demostró su excelente momento y se llevó los mayores, muy merecidos aplausos. Por cierto hay que reconocer también a Chacha Ibarra, eterno referente, dedicado y querido, a Guille Satt, sólido finalista en todas las categorías del concurso fotográfico menos en los pagones, a Ramón, Diego y Merello que no fallan, y a otros surferasos que no habían destacado antes como se lo merecen, como Diego y Benja Fabres, Emilio García de la Huerta, Nacho Navarro, Matías Guerrero, Germán Varas, Jano Fuenzalida.

Por Matías López


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